Sintieron el amor al límite de la locura
entre el cielo y la tierra,
y en el despertar a un sueño infinito y alado,
a bordo de un lucero inextinguible
las nubes diluviaron sensualidades.
Alcanzaron el amor vestidos de luz solar
y erizándoles los vellos,
hicieron volar la blusa, ya desatada por la sed,
y contrayéndose en los elipses de su pecho,
se encumbraron aquellos ardientes astros
en busca de la plenitud del placer.
Nacieron así, a una llamarada de gozo
entre la frescura del río,
acabaron el seísmo en las rendidas pasiones
y enlazados en las pieles humedecidas,
llegó la quietud
con la acariciadora brisa de los suspiros…
Amor.
entre el cielo y la tierra,
y en el despertar a un sueño infinito y alado,
a bordo de un lucero inextinguible
las nubes diluviaron sensualidades.
Alcanzaron el amor vestidos de luz solar
y erizándoles los vellos,
hicieron volar la blusa, ya desatada por la sed,
y contrayéndose en los elipses de su pecho,
se encumbraron aquellos ardientes astros
en busca de la plenitud del placer.
Nacieron así, a una llamarada de gozo
entre la frescura del río,
acabaron el seísmo en las rendidas pasiones
y enlazados en las pieles humedecidas,
llegó la quietud
con la acariciadora brisa de los suspiros…
Amor.
Ángeles Sánchez gandarillas ©
8-VI-2013
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